Comunicaciones personales

viernes, 19 de octubre de 2012

Yo no

Muchos ciudadanos de Europa del norte deben de estar convencidos de que "los españoles han vivido por encima de sus posibilidades" y deben pagar. Yo no. Es decir, yo no he vivido por encima de mis posibilidades, y por tanto no debería estar pagando ahora.

Cuando llegó el euro, me encontré con que la mayoría de mis compras diarias subieron de golpe un 66%: de 100 pts a 1 euro. Yo no lo elegí: me lo encontré así. No pude hacer nada por evitarlo.

Cuando decidí independizarme, me fui a un piso compartido: éramos cuatro para poder pagar el alquiler. El propietario de nuestro piso tenía el suyo, el nuestro, y otro más que mantenía cerrado, a pesar del jugoso alquiler que podría cobrar por él. ¿Por qué? Porque cerrado estaba ganando más dinero que habitado, debido a la brutal subida de precios que se estaba produciendo día a día. Quiero pensar que si ese propietario hubiera estado obligado a alquilar su piso, habría ayudado a que los precios de los alquileres hubieran sido algo menores.

Pero no. Cuando mi novia y yo quisimos irnos a vivir juntos, tuvimos que pagar 800 euros/mes por un apartamento de 40 m2 con problemas de calefacción. No había alquileres mucho menores en Madrid. Y no tuve posibilidad de negociar el precio: o lo tomas o lo dejas, y hubo que tomarlo si queríamos seguir adelante con nuestra vida.

Cuando mi novia se convirtió en mi mujer y yo en su marido, pensamos enseguida en comprar casa, no porque estuviéramos deseosos de ser propietarios o porque tuviéramos presuntuosa ambición, sino porque la hipoteca iba a ser más barata que el alquiler. No mucho más barata, eso sí, básicamente 600-700 euros por mes, por un piso a un precio de venta del doble de su valoración en tasación oficial. Pero no había opción: no había pisos más baratos en venta, cerca del trabajo que teníamos. De hecho cuando le decíamos a los agentes inmobiliarios "podemos pagar sólo hasta X: no nos ofrezcáis cosas más caras"; no entiendo por qué, seguían ofreciéndonos cosas más caras; y ellos no entendían por qué nosotros las rechazábamos, aduciendo "es que os habíamos advertido de que podemos pagar sólo hasta X, ¿¿no quedó claro??".

Entretanto los sueldos no subían precisamente. Y ninguna de estas compras o inversiones pudieron ser negociadas por nosotros. No teníamos opción.

Últimamente, cuando propongo claramente que tendríamos que negarnos a pagar, de forma sistemática y generalizada, sin embargo, me encuentro con gente que invoca su honestidad personal para rechazar frontalmente esa opción aduciendo que "yo pago mis deudas; las deudas deben pagarse"; a éstos, yo les diría que yo estoy dispuesto a pagar las deudas que yo asumo libremente, no las que me han venido impuestas. Es como si mi hermano hubiera incurrido en una deuda de juego que no pudiera pagar, y el mafioso viniera a cobrarme a mí, porque ¿no soy de la familia, y, por tanto me corresponde pagar también? Pues eso es lo que están haciendo estos gobiernos: obligándome a pagar a mí, que no incurrí en ninguna de estas enormes deudas por gusto sino por necesidad.

Otros habrán vivido por encima de sus posibilidades; yo, no.

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