Comunicaciones personales

domingo, 6 de julio de 2014

Larga vida a la Infanta Cristina

Cada vez que haga un pronóstico, lo tengo que hacer público en un post para sí presentarme con garantías de éxito al premio Nostradamus. El último que se estaá cumpliendo estos días es el que hice con motivo del proceso judicial a Urdangarín: vaticiné que al final pringaría Iñaki para salvar a la infanta. Y así va a ser. En fin, lo dicho: Al fin y al cabo Iñaki es un "plebeyo", y, visto desde la perspectiva de la realeza, "no es de los nuestros", es decir, puede ser descartado llegado el momento. Tiembla, Letizia, y tómatelo como una advertencia por si te portaras mal.

domingo, 15 de junio de 2014

Cataluña independiente

Por ahora, soy la única persona que conozco que pronostico la independencia de Cataluña para este 10 de noviembre (Vidal-Quadras no cuenta, porque, aunque también lo diga, no se atreve a decirlo muy alto). Entiendo que a la gente le cueste creerlo (incluidos mis conocidos catalanes), porque ha habido reivindicaciones nacionalistas durante la tira de años en diversas regiones y nunca lo lograron (¿o sí? Yo estoy dispuesto a admitir que el País Vasco lo logró, pero lo ha ocultado para que no nos demos cuenta y así no tener que poner aduanas), así que ¿por qué lo iba a lograr Cataluña? Me he apostado una cena con un amigo que cree firmemente en lo contrario; para ser completamente transparente y no parecer que voy de farol, éstos son mis argumentos, hechos públicos aquí con la debida antelación. Si me equivoco en alguno de ellos invito a todos a que me corrijáis: acertar suele ser bastante estéril y yo ya tengo suficiente ego; sin embargo, errar es una saludable fuente de mejora y conocimiento.

1. Por qué creo que Cataluña será independiente el 10/11/2014

Mi argumento general es que los catalanes ya tienen el 99% del objetivo, por lo cual, la consulta, lejos de ser la “batalla definitiva”, yo la considero más bien como la guinda final, el golpe de efecto populista y legitimador, el adorno formal hacia un destino inevitable, dado que las batallas críticas los partidos que promueven la consulta las ganaron ya:

- Ganaron la batalla retórica: han conseguido colocar sólidamente en nuestro lenguaje la oposición Cataluña-España, que es absurda puesto que Cataluña es parte de España. Nadie (y cuando digo nadie, digo nadie, ni en la calle ni en ningún medio de comunicación) utiliza ya la expresión “Cataluña y resto de España” o “Gobierno Central y Gobierno Autonómico”, sino “Cataluña y España” y “Gobierno español y gobierno catalán”. Esta batalla es absolutamente determinante: el lenguaje crea el concepto, no al revés. Una señal evidente de esto fue la absoluta inocencia del ministro Wert cuando exhortó a “españolizar a los niños catalanes”, concepto absurdo porque los niños catalanes son niños españoles. Desde este punto de vista, resultó polémico, pero no absurdo (que es lo verdaderamente sorprendente), el título de aquellas conferencias, “España contra Cataluña”.

- Ganaron la batalla propagandística: el nuevo Estado Catalán seguirá siendo capitalista neoliberal, seguirá apoyando a los bancos, seguirá despreciando su medio natural, seguirá recortando en sanidad y educación. Serán más pobres, pero serán catalanes. La culpa de todos sus males la tiene el resto de España. La seguirá teniendo después de la independencia. Y voy a decir aquí algo que a los nacionalistas catalanes les va a sorprender: yo, nacido en Valladolid y que vive en Alcobendas, de padres y abuelos castellanos, de cultura castellana, sí estaba dispuesto a aceptar que el empresariado catalán, que la forma catalana de llevar los negocios, era superior; que el “seny” catalán podía ser una característica diferencial real y superior, que los catalanes tienen más solidaridad social entre ellos y más sentido estratégico a largo plazo en la gestión de recursos. Y pensaba eso hasta que conocí la postura de Ecologistes en Acció (organización difícilmente calificable como “centralista”); hasta que conocí la cagada de Spanair (absurda obsesión por conseguir unas aerolíneas catalanas); hasta que conocí el bochorno del Palau, hasta que conocí la cagada del Centro de Medicina Regenerativa (a quién se le ocurre hacer depender la vida de una institución de los proyectos de una sola persona), hasta que conocí la nula consideración de la reclamación independentista del Valle de Arán, hasta que conocí incrédulo que aunque se celebre la consulta aún no se sabe cómo se van a contar los votos… y, hombre, ahora que me doy cuenta, todo esto en realidad ni siquiera fue fruto de los catalanes en general, sino de gobiernos catalanes nacionalistas con otra bandera pero los mismos tristes valores que dominan el panorama general. Distintos colores, la misma mierda.

- Ganaron la batalla política: pero ésta la ganaran, en realidad, hace ya mucho tiempo. La empezaron a ganar cuando se aceptó como normal que un partido nacionalista pudiera tener representación en el Parlamento (la cámara de representación regional es el Senado, no el Parlamento). ¿Cómo puedo creer que CiU cuidará de mis intereses, sin ser catalán? Más aún, ¿cómo puedo creer que el PSC cuidará de mis intereses, sin ser catalán? La existencia del PSC separado del PSOE por sí misma es una variante de este tipo de anomalía que desacredita a ambos, por lo cual no es de extrañar que estén colapsando debido entre otros a este motivo. Por tanto, no era un salto tan grande conseguir el “Estatut”. Conseguir la Hacienda Catalana es ya solo cuestión de tiempo.

- Ganaron la batalla judicial. Después de negarse a acatar sentencias y anticipar el incumplimiento de una ley. Después de que el Constitucional haya declarado inconstitucional parte del Estatut. Y no pasó nada. Ningún cargo fue cesado. Nadie dimitió. Ninguna sanción de ningún tipo. Finalmente: la única medida que aún no se ha tomado contra el proceso independentista no se tomará, porque sería una salvajada que no cabe en cabeza de nadie, esto es, ejecutar el art. 155 de la Constitución mediante el envío del ejército. Y yo me alegro; todo este asunto no vale la muerte de una sola persona.

2. El día después.

Por supuesto, conjeturar es gratis. Creo en el punto 1. más arriba en el 99,9% (amigo mío, soy un científico, tienes que admitir que no crea nunca nada al 100%, pero esto es lo más parecido). Sobre lo que pasará el día después, tengo, digamos, un 85% de acertar con este pronóstico:

- En la noche del 9 al 10 de noviembre, Mariano Rajoy dimitirá. Esto, según sus propias palabras: “La consulta no se celebrará mientras yo sea presidente”.

- La nueva Constitución Catalana declarará con fina ironía que todos los catalanes tendrán la doble obligación de conocer y usar el catalán, corrigiendo así la lamentable redacción de la Constitución Española actual respecto al binomio catalán/español. Los que solo conozcan y/o usen el español, quedarán automáticamente discriminados. Si sus condiciones de vida empeoran por ello, serán culpabilizados por vivir en Cataluña “cuando les sería tan fácil irse”. Muchos lo harán. Tenemos que estar preparados para acoger una oleada de refugiados que salen del nuevo Estado Catalán hacia los estados español y francés. Y esto no es sociología-ficción: recordad, por favor, estas palabras.

- Cataluña quedará automáticamente fuera de la UE, pero de ello seguirá teniendo la culpa España, esta vez, y por primera vez, con razón; el Estado Español no ejercerá violencia armada contra el Estado Catalán, pero nunca le perdonará querer retener todos los privilegios de pertenecer a España y ninguno de sus inconvenientes: vetará reiterada y sistemáticamente la solicitud de ingreso de Cataluña en la UE.

- El Barça se las arreglará para seguir jugando en la liga española como hasta ahora. No tengo ni idea de qué mecanismos inventará la Federación Española y su homóloga Catalana, pero los inventarán. El Estado Catalán pagará lo que haga falta, retirando recursos de sanidad o educación si es necesario.

- Los ciudadanos del nuevo Estado Catalán podrán tener la doble nacionalidad, catalana y española, pero los ciudadanos del amputado Estado Español no. Bueno, a menos que estuvieran dados de alta previamente en el sistema de salud catalán.

- El Estado Catalán tendrá una policía terrible, pero será una policía catalana. Que Sant Jordi les coja confesados a los detenidos por ella.

sábado, 28 de diciembre de 2013

Alta cultura

Periódicamente aparecen artículos alertando y lamentándose sobre la pérdida de “alta cultura” en occidente; los últimos que recuerdo, de Mario Vargas Llosa y Luis Antonio de Villena. Entiendo que temen, con razón, una próxima “barbarización” de nuestra sociedad, en la que lo chabacano, zafio, grosero e ignorante se imponga y se extienda definitivamente a toda la población. Si lo he entendido bien, dentro de los poseedores de “alta cultura”, supongo que estarían los que discriminan entre los Nocturnos de Arrau y de Pires, entre el Beethoven de Brendel y el de Zimmerman, los que conocen el significado de “vs.”, los que diferencian el surrealismo del expresionismo abstracto, los que conocen no sólo las novelas de Delibes sino además el discurso de ingreso en la RAE o sus cartas al editor… pero en fin, tampoco yo quiero caer en el error de confundir alta cultura y erudición, y paro aquí. Este tipo de artículos  me produce una cierta incomodidad, sin embargo, por varios motivos:

Primero, yo les diría que no tengan tanto miedo; esta sirena de alarma ha sonado periódicamente a lo largo de los siglos, y sin embargo la “alta cultura” nunca desapareció: desde el famoso lamento de Larra hasta ahora, aun así los espíritus exquisitos y las obras refinadas han seguido apareciendo, inquebrantables al desánimo y la pérfida circunstancia histórico-social. La estulticia parece imposible de erradicar, pero la genialidad también: y la humanidad no deja de producir preciosos frutos por muy mal abonado que se encuentre el terreno. Hasta ahora, los datos le dan la razón a Ortega y Gasset: “hombres masa” hay en todas partes (incluyendo la Universidad y su claustro de profesores) pero, afortunadamente “hombres no-masa” también, y además no se callan.
 
Segundo, no me gusta el “retintín” soberbio que destilan ese tipo de protestas porque, al referirse a la “alta cultura”, parece que los autores aprecian la suya y despreciaran cualquier otra como, por ejemplo, la cultura “popular” (Altamira, los Hermanos Grimm, Joaquín Díaz, Radio Tarifa…), la cultura “pop” (empezando por la Movida madrileña y terminando por Warhol), la liga de 1ª división (y esto, por favor, no lo discutan conmigo, discútanlo con Luis Racionero), la moda o la gastronomía… La distinción entre cultura “alta” o “baja” no deja de ser arbitraria: Sr. De Villena, no haber pasado por la universidad, ¿inhabilita para crear “alta cultura”? ¿Es decir, la poesía de Miguel Hernández no lo es? Sr. Vargas Llosa, las corridas de toros, ¿son “alta cultura”? ¿Las peleas de perros o de gallos no lo son?

Tercero, relacionado con lo anterior: Me da la impresión de que en el concepto de “alta cultura” excluye el área científico-técnica. A mí esto me resulta inaceptable dentro de cualquier clasificación de “alta cultura”. Es decir, a todos nos suena Galileo, Newton o incluso Gay-Lussac de nuestros tiempos de instituto, pero dentro del saco de la “alta cultura” entiendo que necesariamente habría que incluir como mínimo: las lecciones “What is life?”; la controversia entre teoría de la probabilidad y de lógica difusa (fuzzy logic); los trabajos sobre termodinámica del no equilibrio; la controversia entre la evolución clásica o por simbiogénesis… es decir, todo eso que de vez en cuando nos traía el programa Redes (gracias, Punset). ¿Cómo excluir los resultados del método científico cuando la generación de conocimiento nuevo parece ser lo único que realmente diferencia al hombre del resto de especies animales?

Y cuarto y lo más importante, este tipo de artículos olvidan o eluden la tragedia que proyecta su sombra sobre este concepto: la “alta cultura” no nos ayuda a ser mejores personas. La bondad y la maldad humanas siguen siendo un misterio y tienen un origen desconocido, y eso lo ha expresado meridianamente ya Jon Sobrino. Los jerarcas nazis eran melómanos exquisitos, y quemaban personas aunque respetasen obras de arte; zares y otros reyes de la época absolutista, absolutamente insensibles al destino de sus siervos, tenían un refinamiento de modales y un acervo cultural más que aceptable. Atila amenizaba sus festejos con recitales de poesía.


La conclusión que yo obtengo es que la alta cultura es digna de respeto y protección, pero no es lo más importante. Savater, estoy contigo: prioricemos la educación primaria.

viernes, 26 de abril de 2013

Hagan juego, hagan juego, señores

Un gobierno "de izquierdas" recortó derechos de los trabajadores hasta atacar la antes fortaleza inexpugnable del Estatuto de los Trabajadores. Mientras, uno de los que protestaron públicamente contra ello se convirtió más tarde en Ministro del Trabajo. Después, un gobierno "de derechas" se dedicó a subir impuestos.

En paralelo, un señor "muy de derechas" me ofreció esta revelación súbitamente surgida en la soledad de su reflexión: el crecimiento económico continuado es imposible, es más, es indeseable (¿habrá tenido ocasión de conocer el movimiento pro-decrecimiento, me pregunto yo?). A la vez, un señor "tradicionalmente de izquierdas" me hablaba obsesivamente de la necesidad de que hubiera crecimiento del PIB para poder recuperar el empleo.

También, uno y otro ministro "de izquierdas" advertían sobre el peligro de dejar caer a los bancos, mientras que un digno representante de los defensores de fondos de inversión, osea "neoliberal hasta el extremo" declara en su libro que dejarlos caer es mejor que todo esto (mucho más barato y por tanto adecuado al momento que vivimos) y mejor nos habría ido sin salvarlos.

Unos amigos defendían a capa y espada la ortodoxia de libre mercado que dejó que se disparase el precio de las viviendas, a pesar de que ellos mismos fueron los más directos damnificados: hay tanta gente que cree que el orden de cosas está bien, aunque a ellos les vaya mál, que me encuentro desolado.

Los ecologistas están confederados, aunque el medioambiente no entiende de fronteras políticas; sin embargo, la agrupación catalana admite que el comportamiento medioambiental de la actual Administración autonómica ("catalanista") es idéntica a la que sostiene la Administración central ("españolista") para todo el estado: en eso, en lo que deberían diferenciarse radicalmente si realmente quieren ser una cosa distina, curiosamente se parecen.

En el mismo periódico aparece la oposición de la Iglesia católica a pagar el IBI y una carta del presidente de la Conf. Episcopal pidiendo generosidad a los fieles. Por cierto que los mismos que reclamaron el IBI a la Iglesia católica no pagan ellos mismos el IBI de sus edificios. Siguiendo con religión, es muy fácil y moderno insultar a los católicos, pero no tan fácil insultar a fieles de otras creencias, por lo que se quitan crucifijos de las escuelas pero se modifican las fallas de Valencia.

Menos mal que tendremos Eurovegas, el único lugar lógico de España porque en él reinará únicamente el puro azar y todas las opciones tendrán exactamente la misma probabilidad, sin tener que ampararse en principios ni en ideas. Para todo lo demás, seguiré usando mucho las comillas.

viernes, 19 de octubre de 2012

Yo no

Muchos ciudadanos de Europa del norte deben de estar convencidos de que "los españoles han vivido por encima de sus posibilidades" y deben pagar. Yo no. Es decir, yo no he vivido por encima de mis posibilidades, y por tanto no debería estar pagando ahora.

Cuando llegó el euro, me encontré con que la mayoría de mis compras diarias subieron de golpe un 66%: de 100 pts a 1 euro. Yo no lo elegí: me lo encontré así. No pude hacer nada por evitarlo.

Cuando decidí independizarme, me fui a un piso compartido: éramos cuatro para poder pagar el alquiler. El propietario de nuestro piso tenía el suyo, el nuestro, y otro más que mantenía cerrado, a pesar del jugoso alquiler que podría cobrar por él. ¿Por qué? Porque cerrado estaba ganando más dinero que habitado, debido a la brutal subida de precios que se estaba produciendo día a día. Quiero pensar que si ese propietario hubiera estado obligado a alquilar su piso, habría ayudado a que los precios de los alquileres hubieran sido algo menores.

Pero no. Cuando mi novia y yo quisimos irnos a vivir juntos, tuvimos que pagar 800 euros/mes por un apartamento de 40 m2 con problemas de calefacción. No había alquileres mucho menores en Madrid. Y no tuve posibilidad de negociar el precio: o lo tomas o lo dejas, y hubo que tomarlo si queríamos seguir adelante con nuestra vida.

Cuando mi novia se convirtió en mi mujer y yo en su marido, pensamos enseguida en comprar casa, no porque estuviéramos deseosos de ser propietarios o porque tuviéramos presuntuosa ambición, sino porque la hipoteca iba a ser más barata que el alquiler. No mucho más barata, eso sí, básicamente 600-700 euros por mes, por un piso a un precio de venta del doble de su valoración en tasación oficial. Pero no había opción: no había pisos más baratos en venta, cerca del trabajo que teníamos. De hecho cuando le decíamos a los agentes inmobiliarios "podemos pagar sólo hasta X: no nos ofrezcáis cosas más caras"; no entiendo por qué, seguían ofreciéndonos cosas más caras; y ellos no entendían por qué nosotros las rechazábamos, aduciendo "es que os habíamos advertido de que podemos pagar sólo hasta X, ¿¿no quedó claro??".

Entretanto los sueldos no subían precisamente. Y ninguna de estas compras o inversiones pudieron ser negociadas por nosotros. No teníamos opción.

Últimamente, cuando propongo claramente que tendríamos que negarnos a pagar, de forma sistemática y generalizada, sin embargo, me encuentro con gente que invoca su honestidad personal para rechazar frontalmente esa opción aduciendo que "yo pago mis deudas; las deudas deben pagarse"; a éstos, yo les diría que yo estoy dispuesto a pagar las deudas que yo asumo libremente, no las que me han venido impuestas. Es como si mi hermano hubiera incurrido en una deuda de juego que no pudiera pagar, y el mafioso viniera a cobrarme a mí, porque ¿no soy de la familia, y, por tanto me corresponde pagar también? Pues eso es lo que están haciendo estos gobiernos: obligándome a pagar a mí, que no incurrí en ninguna de estas enormes deudas por gusto sino por necesidad.

Otros habrán vivido por encima de sus posibilidades; yo, no.

sábado, 29 de septiembre de 2012

De parte de la mayoría silenciosa

Estimado Sr. Rajoy:

Le escribo de parte de la presunta mayoría silenciosa que dice que le apoya a ud. No es cierto. Yo no he bajado a las manifestaciones de Madrid porque tengo mucho trabajo y dos niños pequeños de los que cuidar, y sin abuelos. Cuando uno está en silencio simplemente no habla, así que no puede ud. saber lo que piensa. Ya sé que los votantes del PP no son amigos de ir a manifestaciones, pero no todos los que dejan de ir a manifestaciones son votantes del PP - aunque no se lo crea, pueden tener otros motivos. Por favor, no tome a su auditorio por tonto, y menos en declaraciones públicas desde el extranjero, hombre.

Atentamente,
J. Ignacio Gómez

sábado, 8 de septiembre de 2012

Ahora la culpable es la Merkel

Hace unos meses decía yo a un amigo que al principio los culpables de la crisis eran los inmigrantes, luego que los funcionarios, y que estábamos a la espera de quién sería después, distinto de los verdaderos responsables. Bueno, pues resulta que el culpable máximo ahora mismo no es un colectivo, sino una sola persona: ¡la Merkel! Claro, la cantidad de fondos y esfuerzo que ha dedicado Alemania a la construcción de la UE es irrelevante, porque todo el mundo sabe perfectamente que fue la Merkel quien construyó el aeropuerto de Ciudad Real, quien permitió los gastos de Dívar, quien diseñó nuestra ley electoral, quien fundó Lehman Brothers, quien permitió el préstamo hipotecario ilimitado... Vamos, hombre, no me jodas.

Lo que se reprocha a Alemania es que esté consiguiendo préstamos a menor interés que España, que es lo mismo que odiar al vecino porque encontró el mismo traje que el nuestro, más barato (cosa muy española, es cierto). Pero es que este reproche, además, esconde un concepto mucho más perverso que parece pasarse por alto: que el Estado no debería depender de créditos para los gastos corrientes, que es lo que significa "habrá dificultad para pagar los sueldos debido a la dificultad de encontrar financiación". Yo pedí un préstamo para pagar la casa o el coche, pero no para comprar comida, ropa ni pagar el teléfono o la electricidad.

Menos mal que vamos a adoptar el sistema de formación profesional alemán, o, lo que es prácticamente lo mismo, recuperar el sistema de apredices, que nunca se debió abandonar. Pero ésta es una noticia tan importante que merece una entrada aparte en un blog como este.