Comunicaciones personales

viernes, 20 de abril de 2007

Defraudar al Estado

Bien es cierto que los españoles han defraudado a Hacienda, a la Seguridad Social y a cualquiera otra institución del Estado siempre que han tenido oportunidad; en parte, porque sí, y en parte, debido a que las inspecciones se suelen hacer no a los que defraudan, sino a los que ya pagábamos (eso lo sabía bien la panadera de mi barrio). En resumen: siempre que podamos eludir declarar compras por importe superior a 3000 euros, pagar y cobrar con "dinero negro" (me gusta el eufemismo que se usa ahora, "dinero B"), trabajar a escondidas mientras estamos de baja, solicitar becas aunque no las necesitemos, etc., lo haremos. Hay que admitirlo. No conozco ni a una sola persona que sea partidaria de generar ingresos o recortar costes al Estado cuando podría evitarlo. Sobre todo porque su vecino, que lo hace, le llamaría tonto y le trataría de anormal.

Esta actitud tiene dos caras: por una parte, en fin, somos ruines, es así: entre tener 2000 euros y no tenerlos, preferimos tenerlos. Entre tener 50 euros y no tenerlos, preferimos tenerlos. Y además podemos vanagloriarnos en privado de nuestros ardides. Pero, por otra, tenemos todo el derecho del mundo a sentir que somos nosotros los defraudados por el Estado, que no ha hecho gran cosa por los que ya pagábamos. El Estado presta un buen servicio, eficaz, a los que defraudan, puesto que les concede bastante impunidad (habría que contar alguna vez la cantidad de gente que no hace nunca la declaración de la renta y nos sorprenderíamos). Pero a los que no tienen posibilidad de defraudar, ¡no los ampara! Así que todo este segundo grupo lucha desesperadamente por unirse al primero. Porque, vamos a ver, puestos a escatimar, ¿de dónde se puede rascar dinero? De los recibos de la luz, el gas o ADSL no, puesto que inmediatamente te cortan el suministro. De la hipoteca ni hablar, porque el banco puede ejecutar un maravilloso embargo (bueno, excepto si TODO EL MUNDO se uniera para no pagar su hipoteca, pero en fin, eso no sucederá). De tus padres... en fin, no creo que nuestra generación pueda exprimirlos ya más, en tiempo y en servicios (cuidado de los nietos, pagos en especie o en papel moneda...). De tu empresa, complicado, ya resulta más y más frecuente que sólo te suban el IPC año a año, y en ocasiones ni eso, así que como para pedir aumentos. Al lado de todo eso, las ayudas estatales a las familias son de risa. ¿Qué me resuelve a mí un cheque bebé de 100 euros? Y, respecto a la ayuda de 100 euros/mes, ¡si yo lo que querría no es más dinero, sino que a las esposas les respetaran su derecho a reducción de jornada sin despedirlas! Ah, claro, pero es más fácil dar limosna que defender un derecho laboral...
Así que, ¿qué nos queda? pues efectivamente, cuando la economía aprieta (osea, casi siempre), defraudar al Estado...
Ah, por cierto, y que quede muy claro, el verbo del título está correctamente empleado: no es un imperativo sino un infinitivo (osea, no da un consejo, sino que establece un hecho) ;)

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